Comerciales del
siglo pasado.

Alimentación


Cuestión de narices

Con el tiempo, los comerciales hemos llevado de todo. Una cosa lleva a la otra y al final del camino es increíble la cantidad de cosas y casos que han pasado por nuestras manos.

Los ordenadores dieron paso a la creación de software, la dirección de empresas, venta de camas de hotel a las agencias de viajes, productos de alimentación, etc... parecen cosas muy diferentes, pero no lo son. Un amigo al que se le vendió un ordenador para una agencia, me puso en contacto con una cadena de hoteles que buscaban comercial y al estar satisfechos de la comercialización me indicaron que ellos fabricaban varios productos al vacío y con año y medio de caducidad para las cocinas de sus hoteles. Les parecía una buena idea el comercializarlos también para grandes superficies y que mejor para organizarlo que alguien al que ya conocían.

Por este mismo camino llegó a mis manos otro producto envasado al vacío y que comprobé que era fácil de vender en todas las empresas en las que ya había colocado los productos anteriores. El producto empezó a andar muy bien y un día, el dueño de la fábrica, me invitó a estar unos días en Barcelona y conocer su fábrica y la de su familia, que era de congelados; el motivo era que también querían contactar conmigo.

Y ese fue el motivo de este viaje a Barcelona.

El dueño era una persona de mi misma edad, muy simpático y con el que congenié de inmediato. Aquellos días me alojaría en su casa.

Y a partir de aquí es cuando empiezan las cosas extrañas.

Tenía un apartamento en el centro de Barcelona en el que, por todo mueble y decoración había un sofá, un colchón en el suelo y una percha metálica con ruedas de las que se tienen en los comercios de ropas.

-¡Yo no necesito más! -me dijo- Eso si, me gusta vivir en el centro y me cuesta una fortuna el alquiler. Tu dormirás en el colchón y yo en el sofá. Esta noche vamos a salir a dar una vuelta.

Aunque malditas las ganas que tenía yo de dar ninguna vuelta, por quedar bien, le dije que encantado.

Serían las once de la noche bajamos al garaje y salimos con su coche. Nos dirigimos a un polígono en el que habían varias discotecas y viendo que mi amigo tenía ganas de juerga y yo estaba cansado le dije que si no le importaría que lo dejáramos para otro día que yo estaba cansado.

-Ningún problema Paco, -me dijo- pero te ruego que esperes un momento que yo entre en una de estas discotecas y busque una chica para pasar la noche.

-¡Caramba Fulano! -le dije- Serás muy rápido pero no me tengas mucho rato o me dormiré en el coche.

-No, ¡que va! Si no creo que tarde ni diez minutos.

-¿Que ya conoces a esta gente? ¿Son amigas tuyas? ¿O son prostitutas?

-No tengo ni idea, pero te voy a confesar una cosa. Tengo un olfato privilegiado y solo por arrimarme a una mujer siento el grado de excitación que tiene. Si es el suficiente, tres palabras y a la cama.

Me dejó con los ojos como platos. Abrió la puerta del coche y entró en la discoteca. ¡Este tío está chalado! Me dije. Y me preparé para pasar un ratito intentando no dormirme.

No había encontrado todavía la posición cómoda cuando le veo salir con una italiana que me dejó con la boca abierta.

El camino hasta su casa fue un recorrido pornográfico que luego continuaría en el colchón de su casa. A mi me tocó el sofá. Supongo que en algún momento de la noche desapareció la italiana porque al despertarme ya no estaba.

Al día siguiente, después de pedirme disculpas por mi noche en el sofá nos dirigimos a la fábrica de congelados de su familia y por el camino me explicó...

-Verás Paco, yo es que tengo muchas facultades extraordinarias. Ya te las iré diciendo. Ahora conocerás a mi padre. Yo no me llevó muy bien con él. Cada vez que he discutido tengo que recurrir a hacer algo para no prestarle atención. De pequeño salía de mi cuerpo, me subía encima de la nevera de la cocina en mi casa y desde mi atalaya veía a mi padre riñendo a mi cuerpo, sin percatarse que yo me reía desde encima de la nevera.

Y siguió contándome las aventuras de sus poderes mientras yo me agarraba al asiento del coche pues todo el camino no bajamos de 150 y se conocía los tiempos para pasar los peajes mientras estaban las barreras todavía en alto por el ultimo coche que había pasado.

Después de muchos años, todavía no se como catalogar a este personaje.

Nota interesante.

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Música: Himno de la Comunidad Valenciana.
Refrendado por los Alcaldes de Alicante, Castellón y Valencia, en el año 1.925 con letra de Maximiliano Thous Orts, y musica del maestro José Serrano Simeón.
Una selección de las mejores músicas populares de la Comunidad Valenciana.

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