Comerciales del
siglo pasado.

Informática


La zapatilla

Es muy difícil hoy entender que un almacén de maderas pudiera funcionar con una máquina de escribir antigua y una calculadora DE MADERA.

Cuando entré a ofrecer nuestra maravillosa calculadora con impresión en papel no me esperaba que lo que encontrara fuera una verdadera joya.

Los nuevos no podíamos vender ordenadores. Solo calculadoras. Los americanos, tan dados a acortar palabras con tres o cuatro letras nos decían que eramos MMT y cuando pudiéramos vender ordenadores pasaríamos a TM (tarde marketing).

En los cursos nos habían enseñado a demostrar la calculadora pulsando las teclas con un bolígrafo y se me daba muy bien. Si se trataba de correr ya utilizábamos todos los dedos y los cálculos salían a una velocidad a la que la gente no estaba acostumbrada. Era imposible que en una empresa que no tuviera una calculadora electrónica, no la vendiéramos.

Los dos ancianos que me atendieron muy amablemente, aguantaron estoicamente mi demostración con mi bolígrafo que manejaba como la batuta de un director de música.

Cuando termine los observe de soslayo. En aquel despacho con los muebles oscuros, y una ventana por la que apenas entraba la luz del atardecer, comprendí, por sus rostros entre asombrados y jocosos, que la venta estaba prácticamente hecha.

-¿Que les parece?-pregunté.

-Bien, muy maja -contestaron al unísono- pero estábamos pensando que es un poco lenta para nosotros. Por cierto, que la calculadora nuestra también es de la marca que usted lleva, Burroughs.

-¡Caramba! -conteste- quizás es que yo se la he demostrado con el bolígrafo para que la vieran mejor, pero miren la velocidad a la que se hacen las operaciones. Por cierto, me gustaría que me dijeran el modelo de su calculadora porque Burroughs lleva muy poco en Valencia y no tenia noticias de que ya hubiera comercializado sus maquinas aquí.

-Pues no sabemos el modelo, nosotros la llamamos la zapatilla. Mi hermano la va a traer y si usted corre mas con su maquina que nosotros con la zapatilla, se la compraremos.

Salió uno de los ancianos y en un par de minutos vino con una flamante calculadora DE MADERA.

Efectivamente, la carcasa era de madera, tenis un tamaño relativamente pequeño y, efectivamente, parecía una zapatilla totalmente rectangular y con un teclado desplegado.

Para quien no sepa que es un teclado desplegado aclaro que son los que tienen los números en fila y repetidos en cada hilera. O sea; la primera fila seria 1111111111 la segunda 2222222222 etc. Para poner una cantidad, por ejemplo 2365 pulsaríamos el dos en su columna y en el lugar de los millares, el tres en su lugar de las centenas, el seis en las decenas y el cinco en las unidades. Se introduce la cantidad y pasaríamos a la siguiente.

Naturalmente la cosa estaba hecha. Un manitas como yo terminaría la suma de cuatro o cinco números antes que hubieran tecleado el primero.

Pasamos a la competición y efectivamente paso lo que yo pensé... Pero al revés. El anciano había terminado antes de que yo terminara la suma.

¿Como era posible? Muy sencillo; yo tecleaba con cada sumando todos los números y ellos utilizaban las dos manos y poniendo los dedos de una determinada manera hacían una sola pulsación en la que introducían toda la cantidad. ¡Increíble!

Con una suma de cinco sumandos de cuatro dígitos cada uno yo tenia que pulsar veinte veces y ellos cinco.

NO PUDE VENDER LA MAQUINA.

Cuando comunique el resultado al director general Monsieur Sournac, me dijo que regresara a hablar con ellos Y LES COMPRARA LA MAQUINA POR LO QUE PIDIERAN. Quería mandarla a Estados unidos para el museo de la empresa.

Lamentablemente no quisieron ni oír hablar de vender su hermosa "zapatilla".

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Música: Himno de la Comunidad Valenciana.
Refrendado por los Alcaldes de Alicante, Castellón y Valencia, en el año 1.925 con letra de Maximiliano Thous Orts, y musica del maestro José Serrano Simeón.
Una selección de las mejores músicas populares de la Comunidad Valenciana.

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