-En fin, de aquí a Chatham no hay más que una moderada caminata. Cualquiera podría alojarse allí, o tomar un tren, sin llamar la atención. Este es el sendero del que le hablé, señor Holmes.Le doy mi palabra de que ayer no había ni una huella en él.
-¿A qué lado estaban las pisadas en la hierba?.
-A este lado. En esta estrecha franja de hierba entre el sendero y el macizo de flores. Ahora ya no se distinguen las huellas, pero ayer las vi con toda claridad.
-Si, sí; por aquí ha pasado alguien - dijo Holmes, agachándose junto al césped-. Nuestra dama ha tenido que ir pisando con mucho cuidado, ¿no cree?, porque por un lado habría dejado huellas en el sendero, y por el otro las habría dejado aún más claras en la tierra blanda del macizo de flores.
-Sí, señor; debe de tratarse de una mujer con mucha sangre fría.
Advertí en el rostro de Holmes un momentáneo gesto de concentración.
-¿Dice usted que tuvo que regresar por este mismo camino?.
-Sí, señor; no hay otro.
-¿Por esta misma franja de hierba?.
-Pues claro, señor Holmes.
-¡Hum! Una hazaña notable..., muy notable. Bien, creo que ya hemos agotado las posibilidades del sendero. Sigamos adelante. Supongo que esta puerta del jardín se suele dejar abierta, ,no?, con lo cual, la visitante no tenía más que entrar. No traía intenciones de asesinar a nadie, pues en tal caso habría venido provista de alguna clase de arma, en lugar de tener que recurrir a ese cuchillito del escritorio. Avanzó por este corredor sin dejar huellas en la estera de palma, y vino a parar a este despacho.¿Cuánto tiempo estuvo aquí?. No tenemos manera de saberlo.
-Unos pocos minutos como máximo, señor. Me olvidé de decirle que la señora Marker, el ama de llaves, había estado limpiando aquí poco antes..., como un cuarto de hora, según me contó ella.
-Bien, eso nos permite fijar un límite. Nuestra dama entra en la habitación y ¿qué hace?. Se dirige al escritorio. ¿Para qué?. No le interesa nada de los cajones; si hubiera en ellos algo que valiera la pena robar, no los habrían dejado abiertos. No, ella busca algo en ese armario de madera.¡Ajá! ¿Qué es este rasponazo en la superficie?. Alúmbreme con una cerilla, Watson. ¿Por qué no me dijo nada de esto, Hopkins?
La señal que estaba examinando comenzaba en la chapa de latón a la derecha del ojo de la cerradura y se prolongaba unas cuatro pulgadas, rayando el barniz de la madera.
-Ya me fijé en eso, señor Holmes, pero siempre se encuentran marcas alrededor del ojo de la cerradura.