-Ésta es reciente..., muy reciente. Mire cómo brilla el latón en los bordes de la raya. Si la señal fuera vieja, tendría el mismo color que la superficie. Obsérvelo con mi lupa. También el barniz tiene como polvillo a los lados del arañazo. ¿Está por aquí la señora Marker?.
Una mujer mayor, de expresión triste, entró en la habitación.
¿Le quitó usted el polvo ayer por la mañana a este escritorio?.
-Sí, señor.
-¿Se fijó usted en este rasponazo?.
-No, señor; no me fijé.
-Estoy seguro de ello, porque el plumero se habría llevado este polvillo de barniz. ¿Quién guarda la llave de este escritorio?.
-La tiene el profesor, colgada de su cadena de reloj.
-¿Es una llave corriente?.
-No, señor, es una llave Chubb.
-Muy bien. Puede retirarse, señora Marker. Ya vamos progresando algo. Nuestra dama entra en el despacho, se dirige al escritorio y lo abre, o al menos intenta abrirlo. Mientras está ocupada en esta operación, entra el joven Willoughby Smith. En sus prisas por retirar la llave, la dama hace esta señal en la puerta. Smith la sujeta y ella, echando mano del objeto más próximo, que resulta ser este cuchillo, le golpea para obligarle a soltar su presa. El golpe resulta mortal. El cae y ella escapa, con o sin el objeto que había venido a buscar. ¿Está aquí Susan, la doncella? ¿Podría haber salido alguien por esa puerta después de que usted oyera el grito, Susan?
-No, señor; es imposible. Antes de bajar la escalera habría visto a quien fuera en el pasillo. Además, la puerta no se abrió, porque yo lo habría oído.
-Eso descarta esta salida. Así pues, no cabe duda de que la dama se marchó por donde había venido. Tengo entendido que este otro pasillo conduce a la habitación del profesor. ¿No hay ninguna salida por aquí?.
-No, señor.
-Sigamos por aquí y vayamos a conocer al profesor.¡Caramba, Hopkins!. Esto es muy importante, pero que muy importante. El pasillo del profesor también tiene una estera de palma.
-Bueno, ¿y eso qué?