De siempre, nuestras playas han sido maravillosas. La gran diferencia es que hace unos años podías ir, broncearte, bañarte, entrar en “Las arenas”, comer, ir a la piscina, las mujeres entrar en el sector nudista, bailar por la tarde y por las noches ver una película en el cine al aire libre, por mucho menos de lo que ahora cuesta un café.
Y esto mismo puede decirse del Postiguet, o cualquiera de las playas de nuestra comunidad.
Pero para los niños y para mi en particular, el ir a la playa llevaba casi con seguridad (todo dependía de la cartera de mi madre), dos cosas que me entusiasmaban.
Mientras los niños estábamos con nuestros cubitos y palitas haciendo castillos de arena, a lo lejos se oía una cantinela que nos hacía la boca agua.
-¡Papeeeeeeero papas! ¡A las ricas paaaaaaaaaaapas! ¡Papeeeeeeeeeeero papas! (1).
Y llegaba el papero con una bandeja de mimbre toda llena de bolsas de papel de colores, azules, rosas, verdes, etc.. y rezumando aceite como promesa de las deliciosas papas recién hechas, fritas con aceite de oliva de nuestros pueblos de la serranía.
Entonces empezaba el acoso y derribo de la cartera de mi madre, tíos o mis hermanas.
- Teta, cómprame una bolsa de papas.
Y fuera mi madre, mis tios o mis hermanas, fingían un poco quejándose de que no teníamos dinero (cosa que por otra lado, era verdad) y me compraban las papas.
Pero, naturalmente, la cosa no quedaba aquí.
Cuando ya regresábamos a casa, con nuestras gafas de sol y sombrero de paja, otro peligro se veía en el horizonte.
¡El carrito de los helados!
Nueva cantinela, nuevas quejas y nuevamente rascarse el bolsillo para complacer a Paquito.
¿Y quien no recuerda aquellos helados deliciosos? Uno de los mejores era el helado de “corte”. Se llamaba así porque el heladero, sacaba de su carrito una barra de helado, ponía una galleta en uno de los lados y dependiendo de lo que te quisieras gastar, cortaba mayor o menor porción de helado, ponía otra galleta en el lado recién cortado y te daba tu helado. MMMMMMMMMMMMMMM.
Los helados era una señal infalible del poder adquisitivo de las familias. Había niños que no podían abrir la boca lo suficiente para morder el helado y tenían que ir pasando la lengua por los lados y otros, como yo, que hacía más bulto las galletas que el helado.
Actualmente sigo enamorado de unas buenas papas, pero por más que busco no consigo encontrar en ninguna playa a aquellos hombres que con su cesta de mimbre llena de bolsas pringosas, nos ofrecían unas patatas deliciosas al grito de...
-¡Papeeeeeeerrrro papas!
(1) Las "papas" en Valencia son las patatas fritas de bolsa que se toman de aperitivo.
Francisco Oltra Mollá
El futuro imperfecto 2: Tres historias.
...de un futuro más que probable. Tres épocas de ese futuro que nos espera y que pensamos que ya es imposible el poder cambiar. Un futuro cercano en el que todavía puede quedar algo que destruir, un futuro siguiente en el que los bionicos ya nos habrán superado y otro en el que, quizás, la tierra no sea este planeta.
Pulse para más información.
P-2