Abulín y Mequinez.
El nacionalismo es una enfermedad infantil. Es el sarampión de la humanidad. Albert Einstein

Para mentes inquietas.

-Amigo Sisilio, por esto mismo las tenemos que hacer en Albulín.

Dicho y hecho, Don Sisilio hablo con Don Pedro, el alcalde de Albulín y quedaron de acuerdo en una fecha para la reunión. De momento iba a ser secreta hasta que pudieran concretar algunos detalles.

Y llegó la fecha. En una pequeña estancia de Ayuntamiento se reunieron, Don Pedro el alcalde, Sisilio el cura, el padre Federico y otra persona a la que presentaron como Padre Vicente.

-Lamento -comentó el alcalde- que tengamos que estar en esta pequeña habitación, podíamos haber ido Niñoseco que tienen una más grande.

-De eso queríamos hablar con usted, señor alcalde -comenzó a decir el padre Federico- queríamos hablarle de algunas cosas que el señor Obispo, siempre vigilante del bienestar de sus rebaños, ha estado estudiando para estas dos villas.

Vamos a ir por parte y usted me dirá si el señor obispo está en lo cierto.

¿A usted no le parece que, siendo que Albulín cuenta con una población tan grande como Niñoseco y con una renta igual debería tener un Ayuntamiento más acorde con su situación y, como mínimo, de la misma categoría que su pueblo vecino.

-Bueno, pues si -contestó el alcalde- pero prácticamente no tenemos tantos problemas y nos apañamos bien.

-¡Que bueno es usted, señor alcalde! Le voy a decir un par de cosas que el señor Obispo se ha enterado y es por esto que estamos aquí. ¿Usted conocía que se han firmado unos contratos para la venta de madera a una empresas de la capital y los bosques de ustedes pertenecen en gran parte a vecinos de Niñoseco?



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