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Informático en los 60

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Un viaje accidentado
A veces el destino nos maneja a su antojo y nos es muy difícil el pensar en casualidades.

Desde que empezamos los cursos en Madrid, congenié mucho con un compañero llamado José Luis.

La verdad es que tanto era así que cuando se tenía que hacer una demostración de cómo se presentaba bien una máquina éramos nosotros los que lo hacíamos aunque también fuéramos de los que, se supone, que estábamos con el resto en las clases.

José Luis no estuvo mucho tiempo en la misma empresa que yo, Madrid tiene muchas ventajas al ser la central de muchas empresas muy importantes y él, que se había dedicado a la venta en bancos de cajeros automáticos, fue subiendo mucho rápidamente y llegó un momento que le hicieron una muy buena oferta de trabajo en una casa de la competencia nuestra y aceptó pasando a ser un ejecutivo importante.

Naturalmente nosotros continuamos siendo amigos y cuando le preguntaron si conocía a alguien en quien confiar para un puesto muy bien pagado, pensó conmigo.

Me llamó y quedamos para una determinada fecha en vernos en la central suya de Madrid a las 10 de la mañana. Antes me pidió que pasara por la sucursal de Valencia para conocer a los posibles compañeros futuros. Y así lo hice.

Tuvimos una tarde muy interesante hablando en la sucursal de nuestros clientes, anécdotas y chismes relacionados con nuestra profesión.

El día indicado, a las cinco de la mañana salía yo de mi casa para estar seguro de que ninguna rueda pinchada ni falta de gasolina me hicieran faltar a la cita.

Y eso no me hizo detener mi marcha. No habría hecho más de 30 km el coche se me paró. Yo no sé nada de mecánica, pero abrí el capó y empecé a apretar los cable por si alguno estaba suelto. Y funcionó. Entré en el coche y arrancó perfectamente.

Treinta km más y nueva parada. Apertura de capó, apretar cable y nuevo arranque. Eran más de las once cuando llegué a Madrid.

Enfadado, nervioso y desesperado entré a reunirme con mi amigo José Luis. Explicada la odisea el director general aplazó una reunión que tenía prevista y aceptó que habláramos. Y todo fué muy bien.

A la vuelta todo fue mejor porque temiéndome lo peor y no teniendo ya prisa, fui parando en todas las gasolineras y restaurantes de carretera y fue el día que más cafés he tomado en mi vida.

Pero no terminó aquí el problema. Pasaron los días y mi amigo José Luis no me llamaba. Al final, le llamé yo.

-Jose Luis, ¿qué pasa? entiendo que no me hayan elegido pero me lo podríais haber dicho.

-¿Pero qué me dices? -me contestó- ¡Si tú estás trabajando en la sucursal de Valencia!

Y para no hacer larga la odisea, Valencia llamó a Madrid para decirles que les interesaría para Valencia y Valencia, viendo que no me habían cancelado la entrevista en la central entendió que ya estaba en Madrid. El uno por el otro la casa por barrer. ¡Increíble!

Por cierto, un fallo de fábrica en una pieza del nivel en el carburador hacía que se llenara de gasolina, se ahogaba y se paraba. Al estar parado, el carburador se vaciaba y ya podía arrancar unos cuantos Km hasta que todo empezaba de nuevo.

¿Casualidad?

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Los caracteres digitales
Voy a explicar una cosa que para cualquier informático por poco que sepa es mas básico que saber las vocales. Pero para los que no lo son quizás sea interesante y una curiosidad.

¿Alguna vez se han preguntado como es posible que con ceros y unos se pueda decir y hacer prácticamente todo?

Lo vamos a explicar. Las primeras maquinas, las instrucciones básicas se le decían con una serie de 8 puntos llamados octetos. Cada uno de los puntitos se llaman bits y el octeto se llama byt. Un kb son mil byte.

Entendamos primero que los números que no son en módulos de 10 como lo entendemos, son módulos 16 y se llama lenguaje hexadecimal. Con 4 bits se representan los 16 números.

Los cuatro bit activos sería el 15 (1+2+4+8) añadimos el cero y ya tenemos dieciséis números representados con solamente 4 bits.

La máquina leería de cuatro en cuatro (no es así pero es para hacerlo muy sencillo).

Si ponemos cuatro ceros 0000 como no hay ningún 1 es un cero.

Si lee 1000 como el uno es el primero seria el numero uno.

Si lee 0100 como ocupa la posición segunda seria un dos.

Y si el activo es el tercero ¿un tres? No, esto 0010 es un cuatro. Y esto 0001 un ocho.

¿Como puede leer un tres? Fácil 1100 o sea uno y dos son tres. ¿y cinco? Pues así 1010 uno y cuatro es cinco.

¿Que numero es este 1111 ? El quince; uno mas dos mas cuatro mas ocho.

Como un octeto tenía 8 bits también entraban todas las letras.

Conforme las instrucciones en las máquinas tiene mas bits, pueden interpretar con una sola lectura instrucciones más ámplias por lo que son mas potentes y mas rápidas.

Es como si nosotros leyéramos letra a letra o de una toda la pagina del libro.

Hablemos de...
La imágen de los números
Estoy seguro de que más de una vez, si usted es uno de los amantes de las preciosas palabra “por que?”, se habrá preguntado si las figuras de los números tienen una razón o simplemente son el fruto de una evolución a partir de algunas imágenes primitivas. Quizás el 2 viene de un momento en que el matemático que estaba pensando como dar una imagen a este número y vio pasar a un pato, se dijo, “Eureka, el dos es un pato!”. Lamentamos llevarle la contraria pero no fue así.

Desde luego existen algunas teorías pero a nosotros la que nos parece más lógica es esta que le vamos a exponer.

Cuando se empezaron a escribir los números, que nosotros utilizamos, la escritura no era tan sofisticada como ahora en la que se le dan mil y una filigranas para representar hojas o cualquier otro tipo de adornos. Escribir era muy serio y pesado, desde la cuneiforme hecha sobre losetas de arcilla hasta la de los escribas primitivos con sus plumas de ganso. Tenía que ser una forma muy fácil de escribir y de identificar. Los romanos fueron expertos en muchas cosas pero su sistema de escritura para los número es un completo follón y difícil para hacer operaciones matemáticas. Pero vayamos al grano. Si dibujamos los números de la manera más recta posible y los observamos ¿que vemos? Lineas y ángulos. Y si contamos los ángulos menores de 90 grados ¿que tenemos? Su valor numérico.

Véalo en las imágenes siguientes.


Naturalmente, como se ve, el cero no tiene ningún ángulo.