• - Caracoles (No menos de dos docenas por persona, para ir bien). Deben ser de las variedades Moros y Cristianos mezclados. Si tenemos alguna Vaqueta o Xoneta, merece la pena guardarlos para mas altos menesteres culinarios.
• - 1 Tomate grandecito.
• - 2 Cebollas medianas.
• - Un vaso de vino blanco seco.
• - Un manojito de yerbabuena.
• - Guindilla al gusto.(1)
• - Sal

1. Primero, deberemos "engañar" los caracoles, y para ello dispondremos de un recipiente con agua poco tibia, por ejemplo una cazuela de barro para horno sería lo ideal, pondremos en ella los caracoles y llenaremos los bordes con sal para evitar que se escapen.
2. Si podemos, la dejaremos al sol.
3. Cuando apreciemos que están todos fuera de la cáscara, pondremos la cazuela al fuego tapada y les daremos un hervor.
4. Una vez fríos, quitaremos los que no hayan salido y reservaremos los demás.
5. Utilizando una cazuela de barro grande, sofreiremos el tomate, la cebolla y la guindilla, todo ello cortado muy fino.
6. Cuando ya nos parezca casi hecho, añadiremos la yerbabuena, sal al gusto, y los caracoles, con el vaso de vino, removiendo todo muy bien, y dejaremos cocer tapado a fuego moderado durante unos minutos, hasta que reduzca la salsa a nuestro gusto.
7. Se saca la cazuela a la mesa, y a mojar pan y comerse los caracoles, con la ayuda de un palillo.

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